Menos residuos, más sabor. Con la nueva etiqueta nacional contra el desperdicio de alimentos, podrás identificar tus futuros lugares favoritos con solo una mirada, y tu plato ganará tanto en frescura como en conciencia.
Menos residuos, más sabor. Con la nueva etiqueta nacional contra el desperdicio de alimentos, podrás identificar tus futuros lugares favoritos con solo una mirada, y tu plato ganará tanto en frescura como en conciencia.
Cada año, 9 millones de toneladas de comida se desperdician en Francia, lo que equivale a unos 129 kg por persona. Es una cantidad enorme (tanto como el peso de un piano vertical). El sector de la restauración representa por sí solo el 17 % de esta pérdida, según las últimas cifras del ministerio de Transición Ecológica. En otras palabras, cada comida rápida o cena entre amigos genera su (gran) cantidad de sobras. En un contexto donde la inflación alimentaria ya está erosionando nuestro poder adquisitivo, tirar comida se vuelve intolerable, y no solo para el planeta: nuestros bolsillos también lo sienten.
Olvídense por un momento de los macarons Michelin. Aquí está la estrella anti-desperdicio. Tres niveles, 1, 2 o 3 estrellas, vienen a distinguir los establecimientos que limitan el desperdicio: menos gramos tirados por comensal, mejor gestión de las porciones, compras de temporada, etc.
Una señalética clara ("etiqueta de Estado" obliga) será colocada en la entrada de los restaurantes, salones de té, comedores escolares e incluso en los caterings.
Práctico para elegir rápidamente una mesa green sin tener que examinar el menú o preguntar al camarero sobre la política sostenible del lugar.
El pequeño macarrón verde no es un truco de marketing. Los equipos de AFNOR Normalización han trabajado desde 2023 en un referencial afilado como un cuchillo de chef:
Medida precisa del despilfarro (en gramos por cubierto).
Plan de acciones (doggy bag, carta corta, donaciones a asociaciones).
Política de compra responsable (productos locales, calibres variados).
Seguimiento anual por un organismo certificador independiente.
Resultado: una etiqueta válida por tres años, con control sorpresa cada año. Algo que evita el "greenwashing" y garantiza una mejora continua.
La gran fortaleza del dispositivo es su apertura. Restauración colectiva (escuelas, hospitales, empresas), restauración comercial (bistrós, brasseries, restaurantes gastronómicos) y eventos (catering, cocinas centrales): todos pueden obtener su pase. Las primeras candidaturas están abiertas desde finales de octubre de 2025. Una ventaja concreta para las comunidades que ya deben cumplir con la ley AGEC, pero también para los jóvenes chefs independientes que quieren diferenciarse en un mercado altamente competitivo.
Reducir las pérdidas no es solo un gesto ecológico: también es entre el 2 % y el 5 % de margen recuperado, según la Ademe. Al optimizar las porciones y revalorizar los productos no vendidos (platos del día, colaboraciones anti-desperdicio), un restaurante de 80 comensales podría ahorrar varios miles de euros al año. El resultado: una carta más corta pero de mayor calidad, y un storytelling que tiene éxito entre los clientes, cada vez más sensibles a la "buena conciencia culinaria".
Recordatorio urgente: la ley contra el desperdicio para una economía circular (AGEC) exige reducir a la mitad el desperdicio alimentario para 2025 en la restauración colectiva y para 2030 en la restauración comercial. Por lo tanto, el nuevo sello no es un extra, sino una herramienta real para cumplir con las obligaciones legales sin esperar a ser fiscalizados. Al elegir un establecimiento con sello, el consumidor también se convierte en un actor del objetivo del 50 %.
Las evaluaciones son confiadas a organismos certificadores autorizados por el Estado. Nada de compadreo: un auditor viene a examinar las basuras, revisar las facturas, interrogar a los equipos. Si los indicadores empeoran, las estrellas pueden caer... como un suflé fallido. Esta rigurosidad tranquiliza a los clientes y valora a los restauradores que hacen verdaderos esfuerzos (y no solo publicaciones en Instagram con jarras de agua microfiltrada).
El apartado "gran distribución", lanzado en 2023, ya cuenta con 147 enseñas etiquetadas. Resultado: algunas han reducido su desperdicio en un 30% en menos de dos años. Los comercios de alimentos, panaderos, queseros, siguen la tendencia. Por lo tanto, la restauración llega a un ecosistema ya experimentado. De ahí que se espere un rápido aumento de poder: el ministerio espera varios cientos de establecimientos con estrellas para finales de 2026.
Elegir un restaurante anti-desperdicio es ofrecerse (a menudo) una cocina de mercado, porciones ajustadas y un servicio que no duda en proponer el doggy bag. Se descubren productos "feos pero buenos", recetas creativas a base de peladuras o de pan duro transformado en pan rallado casero. En resumen, una experiencia gastronómica sincera, lejos del despilfarro ostentoso.
Nivel 1 estrella: el establecimiento ha iniciado un enfoque estructurado, con objetivos cuantificados de respaldo.
Nivel 2 estrellas: el despilfarro está controlado, indicadores precisos lo demuestran a diario.
Nivel 3 estrellas: referencia absoluta; el establecimiento sirve de modelo y comparte sus buenas prácticas.
No se sorprenda: un pequeño café de barrio puede obtener tres estrellas si su gestión de residuos es ejemplar, mientras que un gran palacio tal vez solo consiga una. La etiqueta juzga los hechos, no la categoría.
Autor Audrey el 08 February 2024
Gastronomía y alimentación : Alimentación
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