Cansado de las fiestas que se convierten en maratón? Rumbo a Suecia, donde el invierno se ilumina con rituales sencillos, olores de especias y una alegría tranquila que baja el ritmo cardíaco, sin sacrificar nada de la magia de la Navidad.
Cansado de las fiestas que se convierten en maratón? Rumbo a Suecia, donde el invierno se ilumina con rituales sencillos, olores de especias y una alegría tranquila que baja el ritmo cardíaco, sin sacrificar nada de la magia de la Navidad.
Cada año, el 57 % de los franceses declaran sentir estrés durante las fiestas (encuesta Appinio 2024).
En Suecia, se prefiere disminuir el ritmo: se habla de Navidad lenta. ¿La consigna? Tomarse el tiempo: encender una vela, compartir un café con canela, salir a respirar el aire helado.
Este arte de vivir, alimentado por la filosofía lagom (ni mucho ni poco), transforma el invierno en un paréntesis revitalizante. Aquí, el decorado invernal, bosques nevados, lagos helados, pequeñas casas rojas, invita de inmediato a desconectar de las notificaciones.
En el corazón de la noche polar surge Lucia, una silueta blanca coronada con una diadema de velas. El 13 de diciembre, escuelas, iglesias y oficinas contienen la respiración mientras coros entonan Sankta Lucia. En las mesas se sirve glögg caliente, pepparkakor crujientes y lussekatter con azafrán. Más que una celebración, es un antídoto colectivo contra la oscuridad: se agradece el regreso paulatino de la luz, se respira, se unen fuerzas. Efecto calmante garantizado.
- Lunes: el coro de la universidad canta en un aula neoclásica iluminada con velas. Emociones garantizadas.
- Falun: ¡Lucia desciende... bajo tierra! El concierto resuena en la antigua mina de cobre declarada Patrimonio de la UNESCO (casco de seguridad proporcionado).
- Uppsala: al amanecer, la procesión avanza hacia el techo del castillo. El público permanece al pie de las murallas y la acústica es mágica.
Jul = Navidad, bord = mesa. El Julbord es un bufé pantagruélico donde se encuentran arenques marinados, albóndigas, jamón asado, Tentación de Jansson (gratín de patata-anchoa) y salmón gravlax.
Todo se degusta en varias "rondas", porque cada plato tiene su lugar en el plato.
Se brinda con julmust (refresco especiado) o con aquavit.
La idea no es batir un récord calórico, sino reencontrarse con la convivialidad: colegas, vecinos y familia se reúnen alrededor del mismo mantel a cuadros rojos.
• Skansen (Estocolmo) organiza un Julbord ultra-tradicional en el corazón de su parque al aire libre; ideal para los puristas.
• En Göteborg, el restaurante Blackbird ofrece un Julbord 100 % vegano, prueba de que la tradición sabe evolucionar.
• En Malmö, Slagthuset combina buffet, espectáculo en vivo y pista de baile: perfecto para aquellos que necesitan aumentar su serotonina al ritmo de los años 80.
Aquí no hay música estridente ni casetas parpadeantes. Los Julmarknad apuestan por un ambiente mysig (acogedor). Se pasea entre los puestos de artesanos, se huele el vino caliente con jengibre, se compra una vela de cera de abeja o un gorro tejido a mano. Según un estudio de YouGov 2024, el 46 % de los británicos encuentra los mercados navideños estresantes; en Suecia, reina la tranquilidad, y eso lo cambia todo.
- Castillo de Hesselby: a 30 minutos en metro de Estocolmo, esta mansión del siglo XVII acoge puestos bajo sus vigas centenarias.
- Gamla Linköping: durante dos fines de semana, la antigua ciudad de madera se transforma en una postal del pasado.
- Liseberg (Gotemburgo) celebra los 25 años de su mercado: un millón de LED, 1.000 abetos y... ¡montañas rusas abiertas en invierno!
Desde el siglo XIX, los suecos construyen casas de pan de jengibre. En Estocolmo, el museo ArkDes expone cada año creaciones increíbles, en 2025, el tema es Amor. Es la oportunidad de dejar fluir la creatividad mientras se perfuma la cocina con canela. Bonus: te llevas un recuerdo comestible y digno de Instagram.
Menos presión social, más naturaleza: esta ecuación es rentable. Según la Organización Mundial de la Salud, 30 minutos de actividad al aire libre por día son suficientes para disminuir el nivel de cortisol.
En Suecia, se sale incluso cuando la temperatura es de -10 °C; una caminata por el bosque, un sauna, un chapuzón en un lago helado... luego se vuelve a casa para acurrucarse frente al fuego. Resultado: una mente tranquila y un sueño más profundo.
Agregue los rituales luminosos (velas, Lucia), y obtendrá un cóctel anti-burnout que atrae a cada vez más viajeros en busca de sentido.
Vuelos directos diarios París-Estocolmo (2 h 30) y Lyon-Gotemburgo (2 h 25). Una vez allí, el tren y los autobuses de larga distancia llegan fácilmente a Lund, Falun o Linköping. Considere el Sweden Winter Pass, válido en varias líneas ferroviarias regionales. En cuanto al presupuesto, un Julbord clásico cuesta entre 45 y 65 € (se recomienda reservar). Para los mercados, la entrada suele ser gratuita, excepto Liseberg (~14 €).
Lagom: justo lo necesario.Mysig: acogedor, confortable.Glögg: vino caliente especiado, versión nórdica del mulled wine.Julmust: refresco oscuro especiado, insustituible en diciembre.
Entre cantos a la luz de las velas, buffets generosos y olor a canela, Suecia demuestra que es posible celebrar la Navidad sin acabar exhausto. ¿Te apetece probar? Reserva un vuelo, ponte un jersey jacquard y deja que los paisajes nevados hagan el resto.
Después de todo, quizás la magia de las fiestas reside simplemente en una galleta de jengibre compartida alrededor de una vela.
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